La mensajería instantánea y las redes sociales han cambiado la manera en la que nuestros hijos socializan y mantienen relaciones afectivas. En ocasiones, los adolescentes movidos por los impulsos propios de esta etapa (despertar sexual, falta de concienciación sobre la privacidad, ganas de experimentar…), aprovechan de manera innata y poco reflexiva los medios que hay a su alcance, como son los dispositivos tecnológicos e Internet, con intención de afianzar el vínculo con su pareja y conseguir un reconocimiento social.

Por estos motivos, es habitual que demuestren su amor diciéndose “m gustas muxo” (me gustas mucho) o “tq” (te quiero) por Whatsapp, se piropeen a través de las fotos de Instagram e indiquen cuál es su situación sentimental en la biografía de Facebook. Pero, ¿de verdad estos comportamientos son tan inocuos como parecen o reproducen a su vez estereotipos de género y conductas distorsionadas?

Internet como medio para mostrar los ligues

La primera relación de pareja suele aparecer en la pubertad y vivirse de manera idealizada debido a las creencias infundadas sobre el amor. Además es común sentir una ilusión especial que provoca “contarlo a los cuatro vientos”. Y es que, los “mitos románticos” continúan teniendo presencia en la actualidad, fomentados en series, canciones y películas de moda que son seguidas por los jóvenes y mantienen la misma fuerza con la que surgieron hace siglos. El inconveniente es que las expectativas generadas pueden acabar en frustración cuando se descubre que no se corresponden con la realidad, manifestándose con comportamientos intolerantes.

Además, es habitual que estos referentes representen el amor y la pasión asociados a la posesión, donde predominan argumentos que giran en torno a relaciones tormentosas en las que finalmente todo va “sobre ruedas”, cuando el rebelde de la relación acaba enamorándose. Estas tramas suelen mostrar estereotipos sexistas, donde el chico debe demostrar valentía, fuerza, poder, conquista, vigor… Mientras que en el caso de las chicas, su belleza es el elemento determinante a la hora de conseguir sus metas, que suelen estar relacionadas con el amor. La realidad es que este tipo de roles permanecen a día de hoy interiorizados en la sociedad, resultando incluso difíciles de identificar y más aún, romper con ellos. Lo dañino es que muchos adolescentes hacen suyas estas historias, pensando que su relación seguirá los patrones que en tantas ocasiones han visto.

También debemos entender que existe una creciente tendencia a mostrar la intimidad, lo que les lleva a naturalizar conductas como mostrar fotos en pareja, compartir publicaciones o estados dedicados, conversaciones o hilos de comentarios, etc. Las redes sociales se han transformado en un reflejo de lo que los menores viven y sienten. Sin embargo, ¿este empeño por exhibir ser la pareja feliz y perfecta, es fiel a la realidad o una vez más se trata de reproducir modelos aprendidos?

Hablamos de cibercontrol cuando…

La gran mayoría de adolescentes de hoy en día han sido educados en valores relacionados con la igualdad y la tolerancia indistintamente de su sexo. Por eso, sorprende que los comportamientos basados en el dominio y en el control, haciendo uso para ello de las nuevas tecnologías, se hayan incrementado en los últimos años entre esta generación. Además de los roles asociados al sexo que se perciben en la sociedad desde niño, otro de los factores determinantes y que condiciona a reproducir a su vez ciertos comportamientos, es la familia, ya que se trata de un referente clave en el desarrollo de cualquier menor.

Seguimos observando que los límites entre amor y control generan dudas. La idea de que los celos (pudiendo ser materializados en control) son una muestra de amor está muy arraigada, de tal forma que muchos jóvenes han llegado a normalizar comportamientos abusivos que conllevan falta de libertad. Esto ha provocado que a veces ni siquiera la víctima sea capaz de ver con claridad aquello que le está ocurriendo y acabe justificando como señales de amor o pruebas de confianza, comportamientos como: recibir numerosas llamadas para saber qué se hace y con quién, obligar a mostrar las conversaciones que se mantienen con otras personas, pedir imágenes íntimas, exigir el uso de la geolocalización, regalar dispositivos manipulados con aplicaciones espía, eliminar amigos en redes sociales por celos, imponer que se compartan contraseñas personales o mostrar enfado por no tener siempre una respuesta online inmediata.

La manipulación emocional y el desequilibrio en las relaciones llevan en muchos casos a que los jóvenes asuman ciertas ideas ajenas como propias e incluso acaben formando parte de comunidades peligrosas, impulsados por el hecho de gustar a la otra persona.

¿Qué podemos hacer?

En aquellas situaciones en las que tu hijo está tan ciego de amor que acepta todo lo que la otra persona impone, estas recomendaciones pueden ser de gran ayuda para “abrirle los ojos”:

  • Concienciar y promover el cuidado de la privacidad e intimidad. Debemos tratar de que interioricen y pongan en valor la importancia de la privacidad y mantener su intimidad a salvo.
  • Configurar correctamente las opciones de privacidad y seguridad de los dispositivos y aplicaciones. Se evitará perder el control de la información que guardan, haciendo un uso correcto de contraseñas de acceso y almacenando la menor cantidad posible de contenidos de riesgo. Es una salvaguarda para su privacidad y ayuda a construir un rastro digital positivo.
  • Desarrollar la autoestima y las habilidades sociales. Saber decir no y defender sus argumentos de forma adecuada les permitirá no ceder ante la presión social. Para ello, es positivo promover una autoestima saludable y aprender a valorarse a sí mismos, sin depender tanto de la opinión de los demás. También es importante potenciar aspectos como la autonomía y la empatía, así como trasmitir valores acerca de las relaciones positivas (igualdad, respeto, amor real y no el idealizado, dignidad, libertad, etc.).
  • No bajar la guardia al conocer a otras personas. El problema puede incrementarse cuando no se conoce físicamente a la persona que ha tomado el control de la relación. Además, debemos recordarles que en Internet es muy fácil hacerse pasar por otra persona, por lo que deben mantener la cautela.
    • Grooming: Precisamente este anonimato favorecido por las nuevas tecnologías facilita que los depredadores sexuales puedan llegar con más facilidad a los menores, ganarse su confianza y manipularlos emocionalmente con diferentes estrategias para conseguir su objetivo: encuentros sexuales, explotación sexual, producción de pornografía infantil, etc.
  • Valorar la edad y madurez necesaria. Debemos valorar si el menor es suficientemente responsable como para utilizar de forma autónoma su propio dispositivo móvil (con cámara), sin ponerse en riesgo ni caer en prácticas peligrosas.
  • Evitar a toda costa el sexting y no acceder jamás a chantajes. Los adolescentes suelen minimizar los riesgos a los que se enfrentan e ignorar las repercusiones futuras. Movidos por un exceso de confianza, piensan que no les pasará nada. Debemos hacer especial hincapié en las consecuencias que pueden originar el envío de imágenes de carácter sexual de ellos mismos. A su vez, deben tener muy claro que bajo ningún concepto, deben acceder a un chantaje que les lleve a hacer algo con lo que no estén a gusto.
  • Ciberbullying. La impulsividad de los menores hacen que actúen rápidamente y sin reflexionar sobre lo que van a hacer y sus posibles consecuencias. Por este motivo, conflictos como rupturas o decepciones sentimentales pueden desencadenar en una difusión precipitada de contenido con ánimo de venganza. Es habitual que recurran a la insistencia para conseguir información o material con el que poder acosar a la víctima.
  • Facilitar un ambiente de confianza. Es importante que los padres sean un referente al que acudir en caso de problemas.Deben saber que nos tienen ahí y que pueden acudir a nosotros sin ningún inconveniente. Ante problemas o situaciones inesperadas, recuerda mantener la calma y remarcar tu apoyo: ¡demuéstrale que estás ahí para ayudarle, no para culparle!
  • ¿Todavía tienes dudas? No hay problema: ¡llámanos! En aquellos casos más complejos donde el menor necesite ayuda profesional o ante cualquier duda o conflicto en las relaciones que mantienen vuestros hijos haciendo uso de las nuevas tecnologías, recuerda que tienes a tu disposición la Línea de Ayuda de IS4K900 116 117en la que recibirás la ayuda gratuita y confidencial de profesionales especializados. ¿Conoces alguna relación basada en el control?, ¿qué opinas de este cambio social entre los adolescentes? ¡Déjanos un comentario y cuéntanoslo!

Fuente: is4k.es